martes, 3 de noviembre de 2009

Argumento físico-matemático de plausibilidad del nacimiento virginal de NSJ




El estado cuántico de un sistema de n partículas en el tiempo t viene descrito por una función compleja de variable vectorial en Ω = R3n, Ψ(r1, ... , rn; t), de clase 1 en R y tal que, "t ϵ R, Ψ(r1, ... , rn; t) ϵ L(2)(R3n), con1






A Ψ se le denomina función de onda del sistema. Por la regla de correspondencia de Born, la medida de Lebesgue-Stieltjes:



es una medida de probabilidad: la probabilidad de que el sistema, en el tiempo t, esté localizado en el boreliano B.

En lugar de esta notación, más intuitiva, haremos uso, en lo sucesivo, de la más elegante y compacta debida a P.A.M. Dirac (Nobel de Física, 1933): |ΨCRISTO〉 representará el vector ket2 estado cuántico del Cuerpo de Cristo, y las integrales anteriores se reescribirán de la forma:



la primera y



la segunda.


1.Explanación de posibilidades.

Respecto de la formación del cuerpo (embrionario, al principio) de NSJ, podemos conjeturas dos posibles formas, ambas compatibles con el dato revelado.



  1. Dios, mediante su potencia activa infinita, pudo tomar parte de la materia/sustancia del cuerpo de la Virgen y educir (lo propio de Dios es crear; pero para ser congruentes con el dato revelado, que habla de engendrado, no creado, respecto al Hijo de Dios, podemos colegir que este proceso fue de educción, pues quien hace lo más, hace lo menos), organizando en las adecuadas proporciones moleculares dicha materia, un embrión humano al que se le dota de Alma, forma sustancial de dicha materia prima que, en consecuencia, adquiere vida humana. Después (con una posterioridad cronológico-humana, dado que todo este proceso es instantáneo para Dios, no sujeto al tiempo en su obrar) dicho embrión es implantado el el Útero de la Virgen, para que continúe el proceso gestante y madurativo del Hombre-Dios.
  2. Dios pudo crear directamente ex nihilo un espermatozoide humano que, mediante posterior fecundación de un Óvulo de la Virgen, generó el Embrión del Hijo de Dios, prosiguiendo después el proceso gestante, de manera natural.

En cualquiera de los casos, el engendramiento del Hijo de Dios se verifica siempre respetando la integridad somática de la Santísima Virgen María.



2. Argumento físico-matemático.


  • Antes del Parto. Supongamos el Cuerpo de Cristo, inmediatamente antes del parto de su Madre, localizado en el Seno de la Virgen María.
    Como tal cuerpo material (antidocetismo) real, tendría asociada una función de onda mecano-cuántica, |ΨCRISTO±〉, (con el signo '-' para la función de onda antes del parto, y el signo '+' para la función de onda después del parto), tal que, con probabilidad próxima a la unidad (menos una cantidad 0 < ε << 1) está localizado en el seno materno, un subconjunto (boreliano) del cuerpo de la Virgen: B. Si designamos por λ la medida de Lebesgue en R3n (siendo n el número de partículas del cuerpo en B), se tiene que:



    con


  • Después del Parto. Cuando se produce el Parto (por intervención sobrenatural de Dios), el Cuerpo de Cristo sufre una deslocalización (en virtud de lo que podríamos denominar las fluctuaciones cuánticas de las partículas de dicho cuerpo, o debido a un cambio en su función de onda consecuencia del proceso de observación/medida/intervención sobre del mismo), de tal forma que la función de onda del Cuerpo de Cristo, después del parto, |ΨCRISTO+〉, verifica:



    y



    con 0 < ε << 1, y B' el boreliano correspondiente al espacio que el Cuerpo de Cristo ocupa, después del Parto, fuera del seno materno (en el Pesebre, por ejemplo), en alguna región del establo.
  • Una forma algo diferente de explicar este proceso es la siguiente. Dios, en el momento del parto, altera el vector ket asociado al Cuerpo de Cristo, |Ψ〉, haciendo que aumente la probabilidad de localización sobre B', hasta hacerla casi igual a 1 (e igual a 0 en el conjunto boreliano 'Seno de la Virgen' que antes ocupaba: B):




    y






Ambos sucesos son físicamente posibles, aunque de baja probabilidad3 (~10-1045). Dios Creador, en su Omnipotencia, puede hacer un uso/modificación de las leyes físicas, al intervenir en el Sistema Cuántico Cuerpo de Cristo, modificando su función de onda, en el sentido apropiado.


De esta manera, el Cuerpo de Cristo ha salido del Seno materno sin menoscabo de su integridad. Y la Virgen, ha sido, además, Madre.






1 Ψ(r1, ... , rn; t) ϵ L(2)(R3n), significa que Ψ es de cuadrado integrable-Lebesgue sobre R3n.

2Suponemos el vector ket, normalizado, perteneciente al espacio de Hilbert correspondiente al sistema físico Cuerpo de Cristo.

3El desafío de los grandes números, Investigación y Ciencia, nº 247, Abril, 1997.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Santa María Virgen (III)



3. Virginidad después del parto

Es dogma de fe el siguiente aserto:

María vivió también virgen después del parto.

El V Concilio universal (553) aplica a María el título glorioso de Siempre Virgen (ἀειπαρθένος); Dz 214, 218, 220. Cf. las declaraciones del Sínodo de Letrán (649) y de Paulo IV (1555); DZ 256, 993.

La Sagrada Escritura solo testimonia indirectamente la perpetua virginidad de María después del parto. La interpretación tradicional de Lc 1, 34 «Dijo María al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón?»


εἶπεν δὲ Μαριὰμ πρὸς τὸν ἄγγελον Πῶς ἔσται τοῦτο, ἐπεὶ ἄνδρα οὐ γινώσκω;

infiere de la respuesta de María que Ella, por una especial iluminación divina, había concebido el propósito de permancer siempre virgen.

Según interpretación más reciente, María, apoyándose en la concepción veterotestamentaria del matrimonio y la maternidad, entró en el matrimonio con una voluntad matrimonial normal. Cuando el ángel le anunció la concepción como un suceso inminente, ella objetó que no era posible, ya que antes de la conducción a casa no sostenía relaciones conyugales con su marido. Consta también indirectamente la virginidad perpetua de María por el hecho de que el Salvador, al morir, encomendase a su Madre a la protección de San Juan (Ioh. 19, 26: «Mujer, he ahí a tu hijo»), lo cual nos indica claramente que María no tuvo otros hijos fuera de Jesús

Los «hermanos de Jesús», de los que varias veces se hace mención en la Sagrada Escritura, y a quienes nunca se les llama «hijos de María», no son sino parientes cercanos de Jesús (cf. Mt 13, 55 con Mt 27, 56; Ioh 19, 25; Gal 1, 19. Lc 2, 7 («Y [María] dió a luz a su hijo primogénito») no da pie para suponer que María tuviera otros hijos después de Jesús, pues entre los judíos se llamaba también «primogénito» al hijo único. La razón es que el título «primogénito» contenía ciertas prerrogativas y derechos especiales (Hebr. 1, 6, donde al Hijo unigénito de Dios se le llama «Primogénito de Dios». En Mt 1, 18 («Antes de que cohabitasen») y Mt 1, 25 («la cual, sin que él antes la conociese»), se significa que hasta un determinado momento no se había consumado el matrimonio, pero sin que se afirme por ello que después se consumara (cf Gen 8, 7; 2 Reg 6, 23; Mt 28, 20).

4. Argumento teológico de Santo Tomás de Aquino.

Sobre las razones por las que la Santísima Virgen permaneció virgen después del parto, declara el Aquinate (al rechazar el «error de Helvidio, quien osó decir que la Madre de Cristo, después del parto, fue carnalmente conocida por José y que tuvo de él otros hijos):



  • Primero, porque eso rebaja la perfección de Cristo, quien, como según la naturaleza divina es el Unigénito del Padre (cf. Ioh. 1, 4) e Hijo suyo totalmente perfecto (cf. Heb. 7, 28), así también convino que fuese unigénito de la madre, como hijo suyo perfectísimo.

  • Segundo, porque este error injuria al Espíritu Santo, cuyo sagrario fue el seno virginal, en el que formó el cuerpo de Cristo; por lo que no resultaba decoroso que fuera en adelante violado por la unión carnal.

  • Tercero, porque eso va en detrimento de la dignidad y de la santidad de la Madre de Dios, que daría la impresión de una total ingratitud si no se contentase con un Hijo tan excepcional, y si quisiese perder espontáneamente, mediante la unión carnal, la virginidad que milagrosamente había sido conservada en ella.

  • Cuarto, porque el propio José caería en una suprema presunción en caso de intentar contaminar a aquella cuya concepción por obra del Espíritu Santo había conocido él mediante la revelación de un ángel.


Y, por tanto, es absolutamente necesario afirmar que la Madre de Dios, como concibió y dio a luz siendo virgen, así también permaneció virgen para siempre después del parto.»

Santa María Virgen (II)



En este trabajo justificaremos teológicamente la virginidad, en el parto, de la Santísima Virgen, dejando para un segundo mensaje la exposición de un argumento físico-matemático de plausibilidad (como una posibilidad también física) del nacimiento virginal de Nuestro Señor Jesucristo.

2. Virginidad en el parto.-

Es dogma de fe el siguiente aserto:

María dio a luz sin detrimento de su integridad virginal

Este dogma declara que la integridad corporal de María se mantuvo intacta en en el acto de dar a luz. Este parto tuvo carácter extraordinario, y se ha comparado con la penetración de un haz de luz a través de un cristal, que deja inalterado macroscópicamente a dicho cristal, el cual es atravesado sin sufrir menoscabo. Ha de distinguirse entre esta virginidad y la correspondiente al momento de la concepción (virginidad pre-parto).

No le corresponde a la Ciencia Teológica puntualizar en qué consiste, fisiológicamente, la integridad virginal en el parto, aunque podemos conjeturar que no consiste solo en la indemnidad del himen (falta de apertura de las vías naturales por donde se produce el alumbramiento), sino en la integridad absoluta del cuerpo de María, en ese momento. En el siguiente mensaje precisamos cómo, desde el punto de vista de la ciencia básica, la Física, es posible que un cuerpo pueda 'atravesar' un receptáculo de materia sólida o semisólida, sin menoscabo de este ni de aquel, con lo que, al margen del carácter milagroso del acontecimiento, hay un átomo de evidencia de la razonabilidad de este evento.

Teológicamente, la integridad corporal en el parto, de María, hállase relacionada con la exención de toda concupiscencia desordenada, consecuencia del dominio absoluto de las fuerzas espirituales sobre los órganos corporales y los procesos fisiológicos. María tuvo, en el nacimiento de Jesús, un papel completamente activo (Lc 2, 7). De ahí se explica la falta de dolores físicos y de afectos sexuales, en el parto.

La virginidad de María en el parto hállase contenida implícitamente en el título Siempre Virgen (ἀειπαρθένος), otorgado en el V Concilio universal de Constantinopla, el año 553 (DZ 214, 217, 277). Esta verdad es enseñada expresamente por el papa San León I en la Epistola Dogmatica ad Flavianum (Ep 28, 2), aprobada por el concilio de Calcedonia. También la enseñaron el Sínodo de Letrán (649) y el papa Paulo IV (1555) (DZ 256, 993). Pío XII, en su encíclica Mystici Corporis, declara: «Ella dio la vida a Cristo Nuestro Señor con un parto admirable».

Is 7, 14 anuncia que la Virgen dará a luz en cuanto virgen. Los santos Padres relacionan al parto virginal del Señor aquella palabra del Profeta Ezequiel que nos habla de la puerta cerrada (Ez 42, 2; San Ambrosio, Ep 42, 6; San Jerónimo, Ep 42, 21), la del profeta Isaías sobre el parto sin dolor (Is 66, 7; San Ireneo, Epid 54; San Juan Damasceno, De fide orth IV 14) y la del Cantar de los Cantares sobre el huerto cerrado y la fuente sellada (Cant 4, 12; cf. San Jerónimo, Adv. Iov. I 31; Ep. 49 21).

San Ignacio de Antioquía designa, tanto la virginidad de María como su parto, «como un misterio que debe ser predicado en alta voz» (Eph. 19, 1). Testimonio del parto virginal de Cristo lo dan los escritos apócrifos del siglo II (Odas de Salomón 19, 7ss; Protoevangelio de Santiago 19s; Subida al cielo de Isaías 11, 7ss), y también escritores eclesiásticos como San Ireneo (Epid. 54; Adv haer. III 21, 4-6), Clemente Alejandrino (Strom. VII 16 93), Orígenes (In Lev, hom. 8, 2).

Los padres y teólogos se sirven de diversas analogías:


  • La salida de Cristo del sepulcro sellado.
  • El modo con que Él pasaba a través de las puertas cerradas, como pasa un rayo de sol por un cristal sin romperlo ni mancharlo.
  • La generación del Λόγος del seno del Padre.
  • El brotar del pensamiento en la mente del hombre.



3. Argumento teológico de Santo Tomás de Aquino


Declara Santo Tomás de Aquino (prescindo de la inclusión del texto latino original, por brevedad):

La concepción virginal de Cristo es conveniente por cuatro motivos.

Primero, por salvaguardar la dignidad del Padre que le envía. Al ser Cristo verdadero y natural Hijo de Dios, no fue oportuno que tuviera otro Padre más que a Dios, a fin de que la dignidad de Dios no fuese transferida a otro alguno.

Segundo. Convino a la propiedad del mismo Hijo, que es enviado. Él es, en efecto, el Verbo de Dios. Ahora bien el Verbo es concebido sin corrupción alguna del corazón; no solo eso, sino que la corrupción del corazón no permite la concepción de un verbo perfecto. Por consiguiente, como el Verbo tomó la carne para que fuese carne del Verbo, fue conveniente que también fuese concebida sin corrupción de la madre.
[La virginidad de María está en función de la divinidad de Jesús]

Tercero. Eso fue conveniente a la dignidad de la humanidad de Cristo, en la que no debió haber sitio para el pecado, puesto que por medio de Ella era quitado el pecado del mundo, según Ioh. 1, 29: "He aquí el Cordero de Dios [es decir, el inocente], que quita el pecado del mundo".
Pero no es posible que de una naturaleza ya corrompida por la unión sexual naciese una carne exenta de la contaminación del pecado original. [...]

Cuarto. Por el mismo fin de la encarnación de Cristo, que se ordenó a que los hombres renaciesen como hijos de Dios. [...] El ejemplar de este acontecimiento debió manifestarse en la misma concepción de Cristo.

La madre de Cristo fue virgen en el parto.

Esto fue conveniente por tres motivos.

Primero, porque correspondía a la propiedad de quien nacía, que es el Verbo de Dios. El Verbo, en efecto, no solo es concebido en la mente sin corrupción, sino que también procede de ella sin corrupción. Por lo que, a fin de manifestar que aquel cuerpo era el mismo Verbo de Dios, fue conveniente que naciese del seno incorrupto de una virgen.[...]


Segundo, porque esto es conveniente en lo que atañe al efecto de la encarnación de Cristo, pues vino para quitar nuestra corrupción. Por eso no fue oportuno que al nacer, corrompiese la virginidad de la madre..[...]

Tercero. Fue conveniente para que, al nacer, no menoscabase el honor de la madre aquel que había mandado honrar a los padres.



Ante la objeción naturalista:


Ahora bien, la abertura del seno elimina la virginidad. Luego la Madre de Cristo no fue virgen en el parto.

Responde el santo-sabio de Aquino:

Eso, como explica Beda, "se dice del nacimiento ordinario; pero no obliga a creer que el Señor, que había santificado la morada del sagrado vientre al entrar en él, lo desflorase al salir del mismo". Por lo que tal apertura no significa la abertura del seno virginal, sino la salida del hijo del seno materno.

Y prosigue el Aquinate, resolviendo otra objeción:

Cristo quiso demostrar de tal modo la verdad de su cuerpo, que a la vez se manifestase su divinidad. Y por eso unió lo sublime con lo modesto. De donde, para manifestar la verdad de su cuerpo, nace de una mujer. Pero para mostrar su divinidad, nace de una virgen.

A la objeción tercera a la tesis de la virginidad en el parto:

[...]por el hecho de haber entrado el Señor, después de su resurrección, con las puertas cerradas, donde estaban sus discípulos, "mostró que su cuerpo era de la misma naturaleza, pero de condición gloriosa"; y, de este modo, parece que el pasar por lugares cerrados pertenece al cuerpo glorioso. Ahora bien, el cuerpo de Cristo no fue glorioso a la hora de su concepción, sino pasible, al 'tener una carne semejante a la del pecado', como dice el Apóstol en Rom 8, 3. Luego no salió a través del seno cerrado de la Virgen.

Responde el Aquinate:

Algunos afirmaron que Cristo asumió la dote de la sutileza de su nacimiento cuando salió del seno virginal sellado; y la dote de la agilidad cuando caminó a pie enjuto sobre las aguas (cf. Mt. 14, 25). Pero esto no se armoniza con lo que hemos dicho antes. Tales dotes del cuerpo glorioso provienen de la redundancia de la gloria del alma en el cuerpo, como se dirá más adelante al tratar de los cuerpos gloriosos. Pero ya hemos establecido que Cristo, antes de la pasión, permitía a su cuerpo obrar y sufrir lo que le es propio, no realizándose tal redundancia de la gloria del alma en el cuerpo.

Y por eso es preciso decir que todo esto se realizó milagrosamente por el poder divino. De donde escribe Agustín In Ioann: Las puertas cerradas no se opusieron al paso de la masa del cuerpo en que residía la divinidad. En efecto, pudo entrar con las puertas cerradas aquel que, al nacer, dejó intacta la virginidad de la madre.
[...]

domingo, 31 de mayo de 2009

Santa María Virgen (I)






El dogma declara lo siguiente:

María fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto.



El sínodo de Letrán del año 649 recalcó los tres momentos de la virginidad de María cuando enseñó que «la santa, siempre virgen e inmaculada María... concibió del Espíritu Santo sin semilla, dio a luz sin detrimento [de su virginidad] y permaneció indisoluble su virginidad después del parto» (DZ 256).

Paulo IV declaró (1555):

«Beatissimam Virginem Mariam...perstitisse semper in virginitatis integritate, ante partum scilicet, in partu et perpetuo post partum» (DZ 993)

En Teología, la virginidad de María comprende:

a) La virginitas mentis, es decir, la perpetua virginidad de su espíritu.

b) La virginitas sensus, es decir, la inmunidad de todo movimiento desordenado del apetito sensual.

c) La virginitas corporis, esto es, la integridad corporal.

El dogma católico se refiere sobre todo a la integridad corporal.

A continuación fundamentaremos teológicamente los tres momentos de la virginidad de Nuestra Señora.

1.- Virginidad antes del parto.


DOGMA DE FE.- María concibió del Espíritu Santo sin concurso de varón.

Adversarios de este dogma.- En la antigüedad, los judíos (en general), Cerinto y los ebionitas. En los tiempos modernos: los racionalistas, que procuran buscar en Is 7, 14 o en las mitologías paganas (y ya vemos que los actuales epígonos de la desacralización de lo católico no han inventado nada nuevo, sino que resucitan ancestrales cadáveres seudoteológicos heréticos) el origen de la creencia en la concepción virginal de la Virgen.


● Todos los símbolos de la fe expresan la creencia de la Iglesia en la concepción (activa) virginal de María. El Símbolo Apostólico confiesa: «Qui conceptus est de Spiritu Sancto» (DZ 85, 256, 993)

● En Lc 1, 26s es testimoniado que María llevó vida virginal hasta el instante de su concepción activa: Fue enviado el ángel Gabriel, de parte de Dios, a una doncella (πρὸς παρθένον).


εἶπεν δὲ Μαριὰμ πρὸσ τὸν ἄγγελον Πῶς ἔσται τοῦτο, ἐπεὶ ἄνδρα οὐ γινώσκω;


Dijo María al ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? (Lc 1, 34)

La concepción virginal de María fue predicha en el Antiguo Testamento por el profeta Isaías en su célebre profecía de Emmanuel (Is 7, 14): «Por tanto, el mismo Señor os dará señal: He aquí que la Virgen [h(a) ῾(a)lm(a)h, העלמה ; en griego koiné: ἡ παρθένος ] concebirá y dará a luz un hijo» [...]¹

El judaísmo no llegó a entender en sentido mesiánico este pasaje. Pero el Cristianismo lo refirió desde un principio al Mesías, pues vio cumplida la señal (Mt 1, 22s).

Los judíos salieron en contra de esta interpretación cristiana arguyendo que la versión de los Setenta no traducía bien el término העלמה por ἡ παρθένος (la Virgen), sino que debía hacerlo por ἡ νεᾶνις (la joven), como traducen Aquilas, Teodoción y Sínmaco.

Pero semejante explicación no tiene razón de ser, pues la palabra עלמה [῾(a)lm(a)h] en el lenguaje bíblico denota siempre una doncella núbil e intacta (Gen 24, 43 vs. Gen 24, 16; Ex 2, 6; Ps 67, 26; etc.). El contexto exige la significación de «virgen», pues solamente hay un signo extraordinario cuando una virgen concibe y da a luz como virgen.







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¹La expresión hebrea anterior es la que corresponde al texto hebreo original, no al masorético, vocalizado.
En lo sucesivo, cuando invoque citas veterotestamentarias, en hebreo bíblico, me atendré al texto original no masorético, salvo excepciones.